CHATINES Y CHATINAS, EN MADRID SE LLEVA LA RUTA DEL COCIDO MADRILEÑO!

By Published On: 11 marzo, 2013

Si no concibes una visita a Valencia sin probar la paella ni unos días en Andalucía sin el pescadito frito, no dejes que termine el invierno sin comer un buen plato de cocido madrileño, seña de identidad culinaria de la capital y un verdadero placer gastronómico, sobre todo para quien lo prueba por vez primera.

Para iniciarse en esto del cocido, tienes dos opciones, prepararlo en casa o degustarlo en uno de los muchos locales que ofrecen el plato madrileño por excelencia en su menú tanto diario como de fin de semana, además, si estás pensando en estrenarte a lo largo de este mes, puedes participar en la denominada Ruta del Cocido Madrileño, en más de una treintena de restaurantes.

Para los que preferís hacerlo en casa, por aquello de echaros después una buena siesta, no os preocupéis, hacer un cocido madrileño no es difícil, el secreto está en elaborarlo con paciencia, mucho mimo y utilizando todos los ingredientes necesarios: garbanzos, repollo, zanahorias, patatas, gallina, huesos, chorizo, morcilla, jamón serrano, puerros, espinazo, panceta, fideos finos, tocino, ajo, perejil y aceite de oliva. Sí, efectivamente, un plato de cocido puede parecer una “bomba de relojería”, pero su ingesta no tiene precio, no solo por lo que disfrutas mientras lo comes, sino por la sensación de paz interior que te deja cuando terminas.

El cocido madrileño se sirve en tres tandas, así que siempre puedes retirarte antes de que llegue la siguiente, aunque ya te advertimos de que si el cocido está bien hecho, abandonar el festín será imposible. La primera en llegar a la mesa es la sopa de fideos, bien caliente; después, los garbanzos, en una fuente y acompañados por las verduras y las patatas, y por último, la carne. ¿No se os hace la boca agua?

El sabor de este plato (cuyo origen se cree árabe, aunque más tarde se cristianizara con la inclusión de la carne) popularizó la receta entre los monarcas españoles ya en el siglo XVI, y su valor calórico y proteínico, entre campesinos y demás trabajadores de la época; un plato sencillo, con ingredientes de la tierra, que reunía todas las cualidades necesarias para convertirse en un atemporal: bueno, buenísimo y barato. Y aunque cuenta con parentescos en toda España, como el pote, el puchero, el cocido liebanés, el maragato o la escudella, cocido madrileño, no hay más que uno.

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About the Author: Ana Calero

Licenciada en Ciencias Empresariales por la Universidad Autónoma de Madrid. Forma parte del equipo de Apartamentos Proinca y es una enamorada de Madrid
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